Verano, apodo: Dia soleado.

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Verano se fue y se llevo muchas cosas de mí, y al final me dejo con la sensación de volver a dar una vuelta en un cirulo que en mi vida parece trazado con tinta imborrable, me hubiera gustado que esta vez hubiera sido diferente, pero como dicen los abuelitos “el hubiera no existe”. Ojala Verano  se quedará para siempre, pero solo Verano sabe porque se va y da paso al otoño que luce menos cálido y lleno de nostalgia, no como Verano al  que me había acostumbrado y su apodo que traduce en días soleados, que  a veces me despertaban para decirme que llegarían un poco mas tarde, pero que me agradaban porque al final estaba esa sensación de calor que se quedaba ahí iluminando el día completo.

Y como no encuentro la manera de seguir escribiendo, mejor pongo esta rolita de Eikichi Yazawa que esta muy buena. La rola se llama Hikishi y la letra esta aqui, solo hay que traducirla:


Nota: Ya casi no falta nada, solo confirmar y regresamos a Anicast.





Felicitaciones que nunca hice

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El tiempo que al final es más sabio que cualquier consejo, pone las cosas, las personas y los momentos en su lugar exacto, todo coincide en un día y un momento;  yo no dejo de pensar en que ahí afuera, en el mundo, hay un ángel que no pertenece al cielo y tampoco al infierno, es terrenal y humano pero no deja de ser un ángel y por un momento, creo que eso es bueno, porque siempre amanece de nuevo y siempre existirá el 9 octubre año tras año , mientras recuerdo que también ese día cumple años John Lennon. Si no entienden lo que acabo de escribir es porque así lo he deseado, muchas gracias.



Octubre y lentes anchos

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Lo comprendí aquella tarde de otoño y parece un recuerdo lejano, pero no deja de ser algo digno de contar. Me encontraba ensimismado tratando de entender lo que mi editor me había pedido para el siguiente numero de la revista, y además había recibido críticas de mi artículo anterior que me habían dejado pensando seriamente acerca de la proyección que había deseado para mi siguiente entrega; De pronto, una imagen se proyecto en mi mente, recordé cuando aquella noche en la facultad de pedagogía en la FES Aragón me habían presentado con ella durante una breve coincidencia que se dio en una noche que me encontraba intentando aprender los acordes básicos de una guitarra, días después volvería a verla mientras me encontraba leyendo un texto de Paulo Freire y se acercó a mí en ese momento para platicar de todo un poco: de porque pertenecía a una compañía de teatro universitario, de la razón de estudiar pedagogía para terminar dando clases en una secundaria ó primaria, que si el talento era selectivo o solo mera coincidencia, que si tal o cual profesor sería adecuado para revisar una tesis, no se cuanto tiempo pasó antes de que me mirara con sus ojos café detrás de sus lentes anchos y me dijera “Me tengo que ir, espero encontrarte después” y se diera  vuelta para comenzar a caminar paralelamente a la proyección de un sol que comenzaba a ocultarse detrás del horizonte mientras me daba cuenta que no había dejado de observarla hasta que desapareció en las escaleras, una hora, tal vez solo veinte minutos, en realidad hoy no puedo describir exactamente cuál fue el cronometro de mi charla en aquella ocasión, sin embargo, había comenzado a remembrar aquellos recuerdos por alguna extraña razón y ahora me encontraba de pie en la estación de Constitución de 1917 a escasos metros  de un teléfono público y diciéndome- sería bueno volver a verla-. En mi mente había recreado el momento perfecto: Lentes anchos cruzaría el torniquete de salida mientras yo caminaba hacia ella como quien procura un encuentro casual y de pronto me encontraría en una plática intentando seguir sus pasos anteriores, los nuevos, y los que seguiría después en la vida; pediría un medio de contactarla, no importa cual fuere, sabría que haría todo lo posible por verla de nuevo, una y otra vez y hasta donde la inconsciencia me lo permitiera. No había terminado de claudicar con mis pensamientos cuando de pronto, entre las personas que salían y entraban de la estación se encontraba cruzando el torniquete lentes anchos, no lo podía creer, no entendía en ese momento si mi mente me estaba jugando una mala pasada o si me encontraba en un sueño dentro de un sueño, alcé los ojos completamente y me di cuenta que lentes anchos caminaba en dirección al teléfono que se encontraba a unos pasos de mi. Ella se encontraba buscando un  par de monedas en su bolso cuando de pronto su mirada cruzo la mía y de manera instintiva miré a otro lado, una sensación de angustia se apodero de mí, me recargue sobre la pared y trataba de no observarla, pero era imposible, lentes anchos reía y platicaba en el teléfono mientras que yo pasmado intentaba descubrir lo que en ese momento se estaba gestando en mi interior. Cuando voltee de nuevo lentes anchos se encontraba de pie frente al teléfono, sentía como si esperara algo de mí, pero yo no podía dejar de mirar al frente disimulando no ver nada y de pronto lentes anchos comenzó a caminar sin mirar atrás, de la misma manera que lo había hecho en aquella charla hasta que desapareció entre las personas que van y vienen, mientras me daba cuenta que sería la última ocasión que le miraría. Sucedió una tarde de octubre, no se exactamente la fecha ni el año, solo recuerdo que fue en otoño y pensé que sería bueno recordarlo.